Era la despedida del año escolar en una de las escuela de Fe y Alegría, ese día como todos los miércoles fui a leer un cuento a los niños, estuvieron muy felices y atentos, luego de la lectura los pequeños respondieron algunas preguntas que les hizo referentes a lo que más les gusto; la mayoría escribieron cartitas de agradecimiento por haberles leído durante el año escolar y a la vez manifestaban el deseo que tenían para que regresáramos el próximo año.
Cuando terminaron de escribir les regale a cada uno un dulce y como me sobraron, a la salida del salón se amontonaron en el corredor a mi alrededor para que les regalara otro dulce; todos estiraban sus manitas, algunos gritaban, - abuelita a mí, deme otro ¡qué alegría! -.
Al final los tuve que despachar, pues ya se habían terminado los dulces, les di un cariñoso hasta luego y cuál sería mi sorpresa al darme cuenta que el prendedor que llevaba sujeto a mi mochila se me había desaparecido, pues perdí uno de los recuerdos más hermosos de los Abuelos Cuenta Cuentos, muchas personas admiraban ese prendedor y espero que haya quedado en buenas manos, una de esas manitas que se estiraban para que les diera un dulce.
Beatriz de Humanez
Programa ACUCU
Biblioteca Fernando Gómez Martínez
